Como en el cierre de cualquier juego de Beisbol, a la altura de la novena entrada, perdiendo por la mínima diferencia de carreras, el Beisbol Profesional Colombiano lucha dirigido por Edison Renteria, por no darse por vencido, muy a pesar de la demostración derrotista de la clase dirigente de la pelota en nuestro país, y algún sector del periodismo de mi heroica Cartagena.
El melancólico final que se le dio a la última temporada, precisamente en el año de la expansión, ha tenido muchos comentarios, de los cuales algunos tendrán visos de realidad, otros- los mas- se desarrollan entre la maldad y la fantasía de quienes siempre han sido enemigos del proceso de la pelota rentada en el país, y en cierta forma Edison les dio gusto a estos últimos, con el visto bueno de sus asesores, pues habiéndose jugado mas de la mitad de la temporada, lo mas sensato que cabía para evitar los pensamientos perversos, de la tal iliquidez de la Liga, era jugar una serie final entre los dos equipos que ocupaban los dos primeros lugares y dar por finalizada oficialmente, la temporada con un campeón y con los mismos argumentos, mas que comprobados de la emergencia invernal en nuestro país.
Los argumentos que voy a esgrimir en esta columna en defensa de nuestro amado Beisbol profesional y de quienes se han atrevido a sostenerlo con el apoyo de algún sector de la empresa privada, algunos entes oficiales, como alcaldías, gobernaciones, y cajas de compensación familiar, en esta época, son los puntos de vistas de un periodista muy cercano al proceso desde su reaparición al final de la década de los 70, que pueden ser discutibles y ojale no lleven a enemistades innecesarias, pues quienes ahora quieren hacer aparecer, el brusco final de la temporada, como algo producto de la desorganización y la ilegalidad de los clubes, se olvidan que el beisbol profesional en Colombia, en toda su historia nunca ha tenido casa propia, y desde su primera vida siempre ha mantenido relación con el beisbol organizado y la Confederación del Caribe a través de los campeonatos o comisiones que momentáneamente se han conformado, para organizarlos en cada etapa de su existencia, o no creen Uds. que de ser así, que existiera un ente como tal, la suerte de quienes han expuesto su capitales, desde la primera etapa con Juan González Cornett, Nicolás Chamie, Manuel Ugarriza, José Alcázar, Armando Palacio Bula, Luis Vergara Palacio en el 48, cuya historia no habla de reconocimiento por parte del estado, y la rendición de cuentas era entre ellos mismos y en la segunda etapa los hermanos Char, la familia Navarro, los Peláez, Melanio Porto Ariza, la familia Chejuan, los Yidiios, Carlos Caraballo, Miguel Vecchio, Amaury Martelo, Jaime Mejía, la familia Pineda, los Curí, a quienes les toco iniciar la legalización ante el estado, pero igual terminaron cuestionados por la procedencia de sus dineros, y perdieron los reconocimientos internacionales que habían logrado, los iniciadores de la aventura.

Es bueno señalar también, que esa misma cultura de la improvisación es la que ha mantenido a la Federación de Beisbol, y al mismo Coldeportes como unos convidados de piedra ante la existencia de este tipo de torneos, no olvidemos que muchas ligas en el “país beisbolero” se les tramita el famoso reconocimiento deportivo para participar en las Asambleas electivas de la Federación, pero en la realidad ni campeonatos locales hacen, y la mayoría de sus clubes son de papel, y en eso los que hoy cuestionan la organización del beisbol profesional saben que en Cartagena vive quien invento todas estas triquiñuelas.


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San Andrés Islas
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