Su sueño naufrago en el mar
Una estrella del Beisbol Colombiano que se apago, en el mejor momento de su esplendor.
Nacido en un hogar de padres humildes, trabajadores, que procuraron y consiguieron, levantar una familia, en el marco de los buenos principios morales, William al principio quiso ser ayudante de barco y pescador como su padre, Diomiro Cabeza, pero cuando se calzo un guante de Beisbol en su barrio de la Loma, y percibió el poder que tenía en sus muñecas para batear, le prometió a su madre Andrea Vizcaíno, ama de casa, que ese sería el deporte con el que espiraba a sacar adelante a su familia, y que ella no sufriera viéndolo surcar los mares en un barco.
Este agresivo pelotero Sanandresano, que nació el 31 de Enero de 1966, en el tradicional e histórico sector beisbolero de la Loma, aparece en el firmamento beisbolero de las Islas algún día del año 1983, jugando la tercera base del equipo Hot Stof de Orange Hill dirigido por “Bombacho” Pomares, ante el hecho de no tener cabida en el equipo principal de la Loma, pues todavía el caballete Ovidio Williams, mostraba sus grandes dotes en la esquina caliente, del equipo Lomero, esta situación hizo que solo al año siguiente, y por única vez, pudiera defender el tercer cojín en el equipo del barrio que lo vio nacer.
Ante la calidad a la defensiva, y la fuerza en el bateo de aquel mozalbete de solo 16 años por aquella época, Eduardo Castro manager del equipo del Centro se interesa en sus servicios como pelotero y lo trae al equipo, con el visto bueno de Ricardo Davis, capitán y principal animador de la novena, quien lo adopta como un hijo, para guiarlo y ayudarlo a forjarse como la gran figura que fue no solo para el Beisbol Sanandresano, sino para Colombia.
“El Bill” como le decían sus compañeros de equipo y de selecciones San Andrés, y de Colombia, se distinguió desde el inicio de su carrera, como un beisbolista agresivo, que cubría la tercera base casi siempre al borde de la grama interna, con unos reflejos felinos para destrozar cuanto batazo fuera por ese sector del campo de juego, como persona fue muy reservado, muy humilde, disciplinado, y en las practicas y durante el juego nunca descuidaba las señas e instrucciones que le impartían sus técnicos, razones que los entendidos y su compañeros han tomado para calificarlo como el mejor tercera base de todos los tiempos en el Beisbol Isleño.
En 1984 William Cabeza logra con sus números a la ofensiva, su rapidez sobre las almohadillas, y con la calidad de su guante a la defensiva en los torneos locales, convencer al cuerpo técnico de la selección isleña dirigido por Eduardo Castro y se pone por primera vez y para no quitársela mientras el Dios del cielo le dio licencia en la tierra, la camiseta de la selección San Andrés, para cuanto torneo nacional aficionado o profesional se tuvo participación. Entonces su nombre comenzó a sonar en todos los medios periodísticos deportivos del Continente Colombiano, el Beisbol de las islas que hasta entonces solo había logrado en su participación de los campeonatos Nacionales un subtitulo en el torneo de 1979 en Cartagena, comenzó a escribir también su otra historia.
Aquí la única vez que formo parte del seleccionado colombiano William Cabeza (q.p.d) |
El otro título lo gano en la quinta versión del torneo de 1995, en Cartagena derrotando al equipo de Bolívar, en el mismo estadio 11 de Noviembre, y logrando por fin que su nombre se incluyera en una selección Colombia, con la que participo, en la Copa de la Amistad en Nicaragua, y en una serie que recorrió el país contra Cuba.
En su recorrido Beisbolero William Cabeza paso fugazmente por el profesionalismo Colombiano, con el equipo Vaqueros de Montería, en la temporada 95-96, para 1997 incursiona sin muchos éxitos en la pelota profesional de Nicaragua copa Stanley Cayaso, con el equipo San Fernando de Managua, bateando para 279, su actuación fue muy discreta debido a los constantes roces con el cuerpo técnico del equipo, muy a pesar del cariño de los aficionados.
Con la camiseta de las islas de pie al centro. |
William Cabeza Vizcaíno, fue considerado en la última década del siglo anterior como el mejor tercera base de nuestro país, aunque por su humildad el nunca lo considero así; en vida siempre admiro a Joaquín Gutiérrez y al emblemático Abel Leal Díaz, aparte de San Andrés le hubiera gustado jugar en los equipos Águila o Colchones Barakat de la liga de Bolívar en Cartagena.
Hoy 12 años después, todavía las Islas lloran su muerte, y Colombia aun no encuentra una tercera base de su clase defensiva y el poder de sus muñecas.
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